viernes, 18 de enero de 2013

Un viaje muy esperado

- Ahhh que maravilla!!! - exclamó Gabriela
- Así es Gabriela es una verdadera maravilla - Respondió Drako.
Volando de nuevo sobre los altas montañas de Los Andes infinitos del País de la Libertad, Gabriela disfrutaba un montón. Esta vez estaban de visita y con el permiso del Hada del Oeste y de su padre ambos viajeros se habían puesto de acuerdo para hacer una visita a aquella anciana que les había ayudado a vencer aquel hechizo que apresaba a los habitantes de aquellas lejanas y maravillosas tierras.
Después de la visita de los Magos de Oriente, cada integrante del Equipo Mágico llevaba un anillo mágico regalado por ellos. Un anillo que contenía todo el poder acumulado por cada miembro hasta ahora.
Sin embargo la niña seguía portando la Lágrima de luna, no porque desconfiase del poder del anillo, sino porque aquel colgante era el preferido y el que mas veces le había sacado de apuros.
Ahora tocaba disfrutar un poco e ir a visitar a la anciana algo que ya no preocupaba tanto a Gabriela pues sabía que se encontraba bien gracias a una visión mágica que había realizado con su nuevo anillo.
Ya casi llegaban el calor del verano en aquellas tierras se sentía agradable en las alturas, pero al ir descendiendo se hizo un poco más pesado, sobre todo porque ya estaban muy cerca del mediodía.
-. Allí esta el río - dijo el dragón - Ahora debemos buscar el recodo y la alameda.
Pero algo no iba bien...
- Parece que hay demasiada agua, o es una impresión mía Drako? - Preguntó Gabriela
- Parece que así es - Contesto Drako - Debe ser por el calor, el hielo de la montaña se derrite y aumenta la cantidad de agua en esta época del año.
La verdad es que la creciente hacía que el río bajase muy caudaloso y el agua ya no era cristalina sino de color tierra. Pronto reconocieron la alameda o parte de ella ya que la fuerza del agua había desbordado el recodo y borrado la playa lindante con el bosque de álamos donde cayese el dragón negro e iba horadando el terreno derribando los arboles de la orilla cercana al río.
Sobrevolaron el recodo o lo que iba quedando de el, siguieron el cauce aguas arriba y en la segunda pasada de regreso divisaron a la anciana que seguía la senda de la alameda en dirección al río.
El descenso del dragón le corto el paso de forma sorpresiva, pero la anciana ni siquiera se asusto, solo se limito a colocarse la mano a modo de visera para protegerse del polvo que levantó el aleteo de la bestia.
De nuevo los sorprendidos fueron ellos...
- Gracias a Dios, y en  el momento justo, rápido necesito ayuda urgente!!! Por aquí, por aquí!
Gabriela y el dragón siguieron a duras penas a la ágil abuelita que casi se les pierde en un bosquecillo lindante con la alameda.
En un recodo el suelo se volvió pedregoso y ya sin poder ver a la anciana desistieron de llamarla ya que el ruido del rió se había vuelto ensordecedor por momentos. sin embargo siguieron la senda y la consiguieron ver un palmo mas adelante en el sendero.
Se detuvieron un momento la escena les dejo helados, casi sin habla...
Aquella mujer estaba parada casi a la orilla del río, en una saliente de roca allí donde el río había cavado profundo y descendía en forma abrupta volviendo a subir de la misma manera antes de seguir su curso río abajo. La anciana de pie con las manos unidas sobre su boca, gritaba en dirección agua arriba.
Llegaron pronto, agotados y acalorados. Al fin podían ver a quien gritaba la anciana, al otro lado del cauce estaba Niño, aquel toro gigantesco que la seguía a todas partes. se encontraba al otro lado y no había forma de hacerlo cruzar, al menos no con esta cantidad de agua.
Se miraron los tres, sin hablar claro, el ruido del río no se los permitía, pero con una mirada basto para que Gabriela leyese en los ojos de la anciana su ansia y desesperación.
- Podras con él - dijo al oído del dragón
- No lo creo es muy grande y se asustará en cuanto me vea volar - contesto Drako.
- Entonces usaremos la magia del anillo.
Volviéndose hacia el bosque cerro los ojos y pidió a los árboles cercanos que le ayudasen. Entonces un viejos sauce pareció desperezarse de su sueño y preguntó.
- Quién llama...? - dijo sacudiendo sus lianas a un lado y otro de su tronco.
- Hola!, siento molestarte pero necesitamos tu ayuda.
- Que hora... Vaya es pleno mediodía... Ya casi es la hora de la siesta - Dijo el sauce moviendo de nuevo sus ramas con total somnolencia.
- Por favor es urgente, no hay tiempo que perder...!
De pronto la anciana llego hasta ellos, señalando el lugar donde estaba el animal. Sí que era urgente! Niño se había movido mas cerca de la orilla y allí el rió había comenzado a llevarse parte del terreno donde cerca, estaba parado el animal! Estaba a punto de caer en las aguas caudalosas!
La niña se volvió hacia el sauce...
- Por favor ayúdanos a salvar a Niño, antes de que ceda el terreno...! - Ante la desesperación de la niña el sauce volvió a parecer desperezarse, pero esta vez  sus ramas se extendieron mas allá del lecho del río. Suavemente comenzaron a envolver a Niño,que ni siquiera se dio cuenta, ya que estaba más interesado en pellizcar alguna de las hojas que se le escondían alrededor de su cuerpo. En cuanto las ramas le tuvieron bien sujeto, el sauce dijo...
- Ahora te toca a ti joven hada... No esperaras que yo pueda solo con semejante bicho!
- En seguida te ayudo - Contestó presurosa Gabriela. Levantando sus manos, cerrando los ojos envolvió con un halo de purpurinas al animal que se elevo levemente del suelo. Justo en el momento que comenzaba a ceder ante el ímpetu del río.
Una vez que el toro estuvo en tierra firme la anciana corrió feliz a abrazarlo como si de un niño pequeño se tratase, entre lagrimas y risas luego de los nervios que había pasado.
Gabriela se volvió hacia el viejo sauce y dándole las gracias.
- Gracias por tu ayuda - Dijo.
- De nada joven hada, siempre estaremos en deuda contigo...- Dijo el viejo sauce mientras se dormía nuevamente en un sueño muy profundo.
Drako bostezó también y Gabriela le miró fijamente...
- Es que se me pegó el sueño, es la hora de la siesta...
- Pero no habrá siesta si antes no comemos unas ricas empanaditas caseras - dijo la anciana sonriendo!
- Por fin puedo presentarme, disculpadme las urgencias son lo primero, mi nombre es Cayetana y este travieso.. - dijo la mujer mientras miraba al animal que detrás de ella parecía y era enorme! Por lo menos a los ojos de Gabriela - Este es mi Niño!
- Mi nombre es Gabriela, un placer conocerla y este es... - Se detuvo y se volvió sonriendo a la anciana - Este dormilón es mi fiel amigo Drako.
Es que efectivamente Drako se había dormido estaba muy cansado y Gabriela le dejo dormir a la sombra de aquel sauce. Comprendió que el viaje y el calor le habían cansado demasiado.
Sin más se fue caminando con su nueva amiga que le llevó a su humilde casa y allí sentadas  a la sombra de una parra y un árbol de mora tan viejos como aquella mujer, compartieron la mesa degustando aquellas ricas "empanaditas caseras", como les decía ella, que a Gabriela le supieron a gloria, acompañadas, de una fresca agua que la anciana le sirvió en un vaso de loza después de sacarla de una tinaja de barro.
Luego la anciana invito a la niña a que se recostase en una pequeña cama que había en una habitación contigua a la suya. La anciana hizo lo propio en su habitación.
Cuando despertó, la anciana estaba en el patio de la casa regando con un balde para refrescar el ambiente.
- Ya has despertado, que bueno es hora de tomar una merienda. - Gabriela medio dormida aún volvió e beber un poco de agua fresca para reanimarse. Luego pudo comerse un ensalada de frutas que la mujer le sirvió en un cuenco de barro y que sirvió desde otra tinaja, también de barro que se encontraba cerca.sentadas nuevamente a la sombra del patio de la casa. Conversaron muy animadas mientras de fondo se podía oír a lo lejos el ruido sordo del río.
Hablaron de como era su día a día desde la mañana a la noche, el cuidado de sus animales y de las aventuras que había pasado con su travieso Niño. Y sobre todo de algo que preocupaba mucho a Gabriela y que era la soledad en la que la anciana vivía. Pero ésta le tranquilizó rápidamente, contándole la visita de sus hijos y nietos. De todas las comidas que preparó con la ayuda de sus hijas y nueras.
 También le contó de los fuegos artificiales que acompañaron la llegada del año nuevo y que no solo iluminaron el cielo sino que también asustaron tanto a niño que tuvo que guardar al animal dentro del corral para que se calmase.
Poco antes del atardecer llegó Drako para recordarle que debían regresar a casa.
- Volveremos otro día, con más tiempo y te ayudaré con las tareas de la casa.
- De acuerdo Gabriela - Respondió la anciana - Esperaré ansiosa y gracias a los dos por la ayuda.
Se abrazaron y se despidieron muy alegres y contentas como si fuesen amigas de mucho tiempo. Cayetana le había preparado un saco de frutas y verduras de su huerta para que se llevase acompañados de algunos sabrosos embutidos caseros...

- Son del ultimo carneo - le había dicho la anciana mientras le alcanzaba el saco.
Ya en vuelo de regreso, Gabriela sentía muchos deseos de volver a verla. Había muchas cosas que deseaba preguntarle, pero sobre todo de pasar un rato agradable con ella ademas de poder acompañarle en sus tareas de todos los días.




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